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Los riesgos alimentarios no se encuentran solo en la manipulación o la conservación de los alimentos. A veces esos riesgos están ocultos en otros aspectos que se pueden pasar por alto, como son los alimentos en sí mismos.

Un ejemplo de ello es uno de los productos más utilizados en la cocina: la patata. Apreciada por su textura y su sabor, elemento principal de muchos platos y aderezo de otros, la patata se puede preparar de mil formas diferentes. Lo que no todo el mundo conoce es que puede resultar dañina para el organismo.

¿Pueden ser tóxicas las patatas?

No se trata de ser alarmistas, pero sí, las patatas pueden contener sustancias perjudiciales para la salud. Un riesgo, también es cierto, que se puede evitar de una manera muy sencilla: consumiéndolas de manera adecuada.

Una de esas sustancias es la solanina. Se trata de una sustancia que está presente en toda la planta, incluido el tubérculo, y que no es más que un mecanismo de defensa frente a parásitos. En la patata, se encuentra justo debajo de la piel y tiene un color verdoso. La intoxicación por solanina puede provocar desde dolor estomacal a vértigos, vómitos o bajadas de tensión.

Otra sustancia que puede resultar perjudicial es la chaconina, que al igual que la solanina, es un alcaloide que se encuentra también de forma natural en las patatas.

Para evitar el riesgo que entrañan estas dos sustancias, simplemente hay que pelar convenientemente la patata, y limpiarla eliminando toda la piel y las partes verdes. Hay que tener en cuenta que las altas temperaturas en el cocinado pueden reducir el nivel de estos alcaloides, pero en fritura, ni el microondas son efectivos.

Almacenar las patatas en un sitio oscuro, fresco y seco es también importante. La luz y la humedad pueden multiplicar la producción de solanina y chaconina. Y cuanto antes se consuman, mejor, ya que cuanto más “vieja” sea la patata mayor cantidad de estas sustancias tendrá.

Un tercer elemento pero que también puede provocar reacciones es la acrilamida. Una sustancia presente sobre todo en las patatas fritas. ¿La razón? Que esta sustancia cancerígena se forma de manera natural en alimentos ricos en azúcares sometidos a procesos en los que se cocina a temperaturas superiores a 120 grados.

 

La importancia de prevenir riesgos innecesarios

Como hemos visto, el consumo de patatas puede implicar riesgos si no se toman las medidas adecuadas. Aprender a identificar esos riesgos, conocer los mecanismos por los que aumenta el nivel de sustancias peligrosas y aplicar las medidas necesarias para minimizarlos, es esencial en cualquier proceso relacionado con la industria alimentaria.

Esto se puede evitar con un buen respaldo de un equipo técnico competente y con un régimen de auditorías y asesoramiento continuo

Conseguimos que nuestros clientes eviten malas prácticas que por simple desconocimiento encierran un cierto peligro para la salud, desde la conservación a la manipulación y cocinado del alimento.

Gestión e Higiene Alimentaria S.L. 93 860 31 05 info@ghalimentaria.com

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